HISTORIA Y GEOGRAFIA DEL ESTADO DE GUERRERO


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D. MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA

(1753 - 1811)

Sacerdote mexicano iniciador de la independencia de México, conocido como el "Padre de la Patria". Nació el 8 de mayo de 1753 en el rancho de San Vicente, perteneciente a la hacienda de San Diego Corralejo, jurisdicción de Penjamo, Guanajuato, y fué bautizado con los nombres de José Miguel Gregorio e Ignacio, en la capilla de Cuitzeo de los Naranjos, el día 16 del mismo mes y año.

Hijo de don Cristobal Hidalgo y Costilla, administrador de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte, hija de don Antonio Gallaga, arrendatario del rancho de San Vicente. Tuvo tres hermanos con quieres se crió en el lugar de su nacimiento. Nacido en el seno de una familia virtuosa y honorable, su infancia fué apacible y alegre. Llegado a la adolescencia pasó a Valladolid junto con sus hermanos para estudiar una carrera. Miguel escogió la carrera eclesiástica e ingresó al Colegio de San Nicolás.

Curso sus estudios profesionales en el Colegio de San Nicolás, en la ciudad de Valladolid, (hoy Morelia). Esta ciudad fué fundada en 1541 por el virrey don Antonio de Mendoza. En San Nicolás tuvo oportunidad de entrar en contacto con ilustres maestros que no solamente le impartieron conocimientos académicos, sino que le enseñaron a pensar. Además de las disciplinas porpias de su profesión, aprendió Hidalgo el idioma francés, lo que le permitió ampliar sus conocimientos cada vez más a través de lecturas del pensamiento europeo de su tiempo. Su aplicación al estudio, aunada a la brillantes de su talento, le hicientos sobresalir y lograr que se le encargasen varias cátedras, alcanzando finalmente el rango de Rector del Colegio.

Y no solamente enseñaba en su escuela parroquial, sino que aplicaba lo aprendido a través de sus lecturas y de su experiencia. Es de justicia enfatizar que D. Miguel Hidalgo y Costilla fué, como lo habían sido los primeros misioneros llegados al Continente Americano, un verdadero apóstol de las labores sociales; un precursor de lo que hoy se llama el "trabajo social", pero aplicado a su tiempo, a su circunstancia. Tenía los altos relieves de un enciclopedista, cosa nada corriente en su tiempo. Amaba las artes, practicaba la música y la literatura y, por su trato cordial y agradable había ganado no solamente el respeto, sino también el cariño de sus feligreses, lo que explica el gran ascendiente que ejercía sobre ellos.

Al recibir las ordenes sagradas, ocupó varios curatos, como el de Colima y San Felipe, hasta que a la muerte de su hermano Joaquín ocupó su lugar como Cura de Dolores en 1802. Hombre cultísimo y progresista, al mismo tiempo que que estudiaba las primeras letras, aprendía también labores del campo y su esperitu observador iba creciendo en conocimientos de la misma manera que su cuerpo se fortalecía con la saludable vida del campo. El contacto con lo artesanos de su pueblo le facilitaba el aprendizaje de diversas artesanías, conocimiento que tan útil habría de serle después, ya Cura de almas, tendría la opurtunidad de ayudar a sus feligreses. Su espirutu emprendedor lo llevó a instalar varios talleres de artesanías e industria (alfarería, curtiduría, carpintería, herrería, etc.). Con la ayuda de sus feligreses mandó a excavar una noria y plantó moreras y vides.

Todos los oficios que enseñaba tenían una aplicación práctica, un valor comercial; eran actividades productivas que contribuían poderosamente a elevar el nivel de vida de los habitantes de Dolores y puntos vecinos. Esta lavor constructiva la hacía aprevechando los recursos naturales de la región, antes inexplotados. Fué también en este aspecto un precursor.

El tiempo que le dejaban libre sus trabajos sociales y docentes, lo destinaba a instruírse, a aumentar sus conocimientos en todos los ambitos del saber humano. Sentía gran entusiasmo por los estudios filosóficos, y ellos lo llevaro a la adopción de las ideas liberales que habrían de caracterizarlo.

Desde 1808 participó en las juntas de los descontentos con la situación de la Nueva España. Formalizadas estas conspiraciones, debieron adelantar la fecha del levantamiento armado, arrostrando las consecuencias que los llevaría a una muerte prematura.

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, con las arengas ¡Viva la independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! Hidalgo y sus seguidores se lanzaron a la lucha que nos liberaría del yugo español.

Fué generalísimo de los ejercitos isurgentes. Triunfó en Guanajuato y Las Cruces. Después de una racha de victorias los insurgentes llegaron a las puertas de la capital, pero por alguna razón que la historia no ha podido aclarar, Hidalgo decidió retirarse. Vinieron derrotas como la de Calderón y otras. Siete meses de vida activa constituyeron su carrera como insurgente.

Después de severas derrotas y cuando iba rumbo a E.U.A. a conseguir pertrechos, fué traicionado por Ignacio Elizondo y tomado preso en las Norias de Acatita de Baján el 21 de Marzo de 1811, y conducido a Chihuahua.

Fué enjuiciado, degradado de su carácter sacerdotal y fusilado fusilado la mañana del 30 de julio de 1811. Su cabeza junto con la de Allende, Aldama y Jiménez, fueron llevadas a Guanajuato y, encerradas en jaulas de hierro, colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en donde permanecieron hasta la consumación de la Independencia en 1921.

Hoy sus restos reposan en la Columna de la Independencia (el Angel de la Independencia) en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, en donde arde perenemente una lámpara votiva que recuerda el sacrificio de aquellos que dieron sus vidas por la Independencia de su Patria.