La institución del estado de Guerrero como tal, se dió como resultado de un largo proceso de gestación bajo diversas condiciones de tipo geográfico, político, militar, demográfico y social, que ya se habían iniciado mucho tiempo atrás.
El territorio que ocupa actualmente la entidad estuvo habilitado por grups nómadas que recorrían las distintas regiones en busca de alimento y refugio, hace más de veinte mil años. En el actual territorio estatal, los antiguos habitantes alcanzaron un progreso notable, aunque su identidad es causa de polémica, ya que para algunos autores, los mismos olmecas que formaron la región del Golfo de México habitaron también algunas regiones de la entidad.
La influencia olmeca es inobjetable, tanto por su cosmovisión del mundo, como por la característica del "Hombre Jaguar". Otro rasgo esencial de la influencia olmeca fue el agrupamiento de las aldeas dispersas, la construcción de templos ceremoniales y el establecimiento de una organización política, cultural y religiosa administrada por sacerdotes que fueron asumiendo funciones de gobierno. Más adelante, la cultura mezcala asimiló e incorporó a su estilo el modelo cultural teotihuacano en su cerámica; integró en algunos lugares el juego de pelota, que tenía un caracter ritual, e incorporó sus elementos artísticos a la escultura en piedra.
En el siglo VIII, otro grupo llegó a enriquecer el mosaico cultural de la entidad; eran los toltecas, herederos de la cultura teotihuacana, que tuvieron por las sierras del norte la principal puerta de entrada a su ruta comercial. Su aportación fundamental fue difundir las técnicas de aleación, fundido y trabajo de minerales metálicos, principalmente en la región de la Tierra Caliente y en la Costa Grande.
Para el siglo XIV, se encontraban ya asentados en el territorio de la entidad diversos pueblos con sus características culturales propias, conviviendo algunos de manera pacífica y otros en constantes conflictos bélicos. Entre los más importantes estaban los purépechas, cuitlaltecas, ocultecas y matlatzincos, en la Tierra Caliente; los chontales, mazatlecos y tlahuicas en la Sierra Nort; los coíxcas y tepuztecos en los Valles Centrales; los tlapanecos y los mixtecos en La Montaña; los jopis, mixtecos y amuzgos en la Costa Chica, y los tolimecas, chubias, pantecas y cuitlaltecas en la Costa Grande.
Una vez que Tenochetitlán fue destruida y los mexicas sometidos, el Océano Pacífico atrajo la atención de los conquistadores, escencilmente por motivos económicos. En 1519 Hernán Cortés ordenó que se explorara la provincia de Zihuatlán o Zacatula, como la llamaron los conquistadores, para cerciorarse de la existencia del Mar del Sur y de las riquezas en oro y perlas; la expedición estuvo a cargo de Gonzalo de Umbría. A fines de 1520, el mismo Cortés mandó reconocer la región taxqueña, con el objeto de localizar metales para fundir piezas de artillería. De esta manera, la penetración armada fue formalizando la conquista del territorio sureño, que no opuso gran resistencia, debido al temor que había despertado la noticia de la caída de Tenochtitlán.
Al conformarse la primera división política de la Nueva España, en el segundo tercio del siglo XVI, se estableció la Real Audiencia y se dividió el territorio de la Nueva España en cinco provincias, dentro de las cuales se establecieron Corregimientos y Alcaldías Mayores, que tenían por objeto vigilar el orden de los pueblos y regular las relaciones entre los españoles y las comunidades indígenas. De esta manera se establecieron en el territorio sureño las alcaldías mayores de Tlapa bajo la jurisdicción de la provincia de Puebla; Taxco, Iguala, Chilapa y Acapulco de la de México y Zacatula bajo provincia de Valladolid.
La evangelización se llevó a cabo principalmente por los frailes agustinos en la zona Centro, La Montaña y Tierra Caliente y por los franciscanos en la zona Norte, la Costa Grande y Acapulco.
En la segunda mitad del siglo XVII el gobierno español transformó la organización política sustituyendo las audiencias por intendencias y las alcaldías por partidos.
Los tres largos siglos de coloniaje gestaron un ambiente pre-revolucionario y un profundo sentimiento de liberación en el pueblo suriano, que estallo con el movimiento insurgente. Se dieron diversas conspiraciones realizadas por criollos, la más significativa fue la de Valladolid en 1809, en la que participó Don José María Izazaga, originario de la hacienda El Rosario, en el actual municipio de Coahuayutla. Esta conspiración fue descubierta pero al año siguiente, en 1810, se dió la más importante. La conspiración que fue organizada por el cura Miguel Hidalgo, logró levantar el primer movimiento armado contra el poder colonialista español.
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En 1811, Hidalgo comisionó a José María Morelos para levantar en armas al sur, consciente en la importancia que tenía para la causa el puerto de Acapulco. Morelos entró a tierras surianas siguiendo la ruta de la Costa Grande, donde integró inmediatamente un contingente con la ayuda de José María Izazaga del pueblo de Coahuayutla, los hermanos Galeana, de Tecpan y Juan N. Alvarez, de Atoyac. Después de varios intentos fallidos para tomar el puerto Morelos dejó tendido un cerco y marchó a los valles centrales, donde se unieron a la causa: la familia Bravo en Chichihualco, el matrimonio Catalán en Chilpancingo, y Vicente Guerrero en Tixtla. A la muerte de Morelos, Vicente Guerrero tomó en sus manos la bandera de la insurrección en un periódo de resistencia, en donde la guerrilla permitió mantener vivo el deseo de la libertad e independencia y recobrar la iniciativa militar en varios frentes. La integración de la entidad guerrerense no fue fácil; en 1823, el General Nicolas Bravo y el General Vicente Guerrero gestionaron ante el Segundo Congreso Constituyente la creación del Estado del Sur con jurisdicción idéntica a la antigua Capitanía General del sur, pero no lo lograron. Sin embargo, el gobierno federal estableció la División de Operaciones en el Sur con cuartel general en Chilpancingo. El 15 de mayo de 1849, el presidente de la República, José Joaquín de Herrera, expidió el decreto de creación del estado de Guerrero, llamado así en honor al caudillo de la Independencia, Vicente Guerrero Saldaña. Esta propuesta fue aprobada el 20 de octubre del mismo año por al Cámara de Diputados y seis días después por la Cámara de Senadores. El 27 de octubre, en solemne sesión, la Cámara de Diputados declaró formalmente constituido el estado de Guerrero, designando provisionalmente a Juan N. Alvarez como Comandante General. Al iniciar el año de 1850 fueron electos los diputados para integrar el congreso local y el 30 de enero se instaló la Primera Legislatura Guerrerense en Iguala, que había sido declarada capital provisional; al día siguiente se ratificó a Juan N. Alvarez como gobernador del estado. El 13 de junio asumió provisionalmente la gubernatura el Coronel Miguel García, quien se mantuvo en el cargo hasta el 15 de enero de 1851. En ese mismo año fue promulgada la "La Ley Orgánica Provisional" para organizar el nuevo estado; entonces Tixtla fue declarada como primera capital estatal y en ella se promulgó la "Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Guerrero", el 26 de junio de 1851. En 1853, la ciudad de Chilpancingo fue instituida como capital provisional, debido a una epidemia que azotó a la entonces capital Tixtla. En 1870 Chilpancingo es declarada por el gobernador Francisco O. Arce como Residencia Accidental de los Poderes, debido a la oposición encabezada por el General Jiménez, quien tenía en su poder la sede oficial del gobierno que en ese entónces era Tixtla. Debido a esto, se integró otra legislatura local reconocida por el Ejecutivo de la Unión, que decretó el asentamiento de los poderes en Chilpancingo. En 1871, la legislatura local acuerda el cambio de sede de la capital, de Tixtla a Chilpancingo y en 1872 se convierte también en "Cabecerá Judicial de Bravo". |